domingo, 2 de octubre de 2011

Hasta siempre, Telmo Laredo

Mira qué capricho el tuyo irte el ¨Día del Periodista¨. Tú que me diste la profesión y me aprestaba a celebrar con los colegas, tomas las maletas y emprendes el viaje sin retorno. Allá los que no te conocieron Telmo Laredo Méndez, se perdieron algo grandioso. Esa amistad que dabas a todos, buen padre y consejero mayor.

Amigo de temple y madera antigua, capaz de todo para no defraudar a quienes se acercaban para pedirte una palabra de aliento, un granito de su sabiduría.

Viejo lindo, te vas y no te lloro. Estarás vivo por siempre en los corazones de todos los que te amamos y disfrutamos a tu lado largas horas de charla, de amena reunión, en tu casa en el Rímac, en tu barrio de la plazuela de las Cabezas o en tu casa del Balcón del Rímac. Esa casa que levantaste con tu esfuerzo porque era tu idea de tener un techo para recibir a tus hijos.

Me veo en la necesidad, Telmo, de engatusar al destino para liberarte de la muerte y decirte que estás vivo al lado nuestro, con tu sonrisa amplia y amable, con la palabra de aliento a flor de boca.

No importa viejito que en el hospital a donde te llevamos despreciaron tu cuerpo, no quisieron recibirte y fue el desencadenante para que se deteriorara tu salud. No importa viejo, esos médicos perversos no sabían de tu grandeza. De tu enorme bondad para perdonar. Total viejo, te pasaste la vida perdonando, sin mirar si tenía o no un mandil blanco.

Por último padre, Telmito, anda y sigue el camino del destino, reúnete con tus hermanos y al lado de nuestra entrañable abuela, Inocenta.

¿Sábes?, eres muy caprichoso. No sé de dónde me has sacado eso en tus últimas horas de existencia. Justo por irte en el ¨Día del Periodista¨, la profesión que me inculcaste y creo no haberte defraudado.