lunes, 15 de diciembre de 2014

¿De qué me perdí?

Reaparezco luego de poco más de un año. No es que estuve alejado del teclado o encerrado en un pozo profundo, sino que me alejé de una pasión que nunca se va a cansar de esperarme y permanecerá dentro de mí hasta el último día de mi vida.

Acá estoy de vuelta y en medio de situaciones nuevas -entre buenas y malas- sigo en la lucha por mis ideales, en una vida llena de sorpresas. El 2013 fue un buen año para confraternizar con la promoción 98 del desaparecido colegio Externado Santo Toribio. Se logró el tercer puesto del campeonato.

Este 2014, que está por finalizar, sí que trajo novedades. Todo empezó con una fiesta por los 15 años de egresados del plantel colegial. Sin embargo, un mal elemento retrasó las celebraciones y recién se realizó en marzo. La molestia no es por el dinero que se perdió, sino que se me involucró en temas que nunca pensé estar inmerso. Tengo las manos limpias y es lo importante.

Cuando las cosas parecían volver a su caudal, un cambio en mi vida personal -y sobre todo afectiva- se presentó entre mayo y junio. Gané por un lado, perdí por otro.

Para agosto recibí mi departamento. Una meta anhelada desde hace años y que se concreta con mucho esfuerzo. No fue fácil y tampoco lo será en los próximos 18 años, pero daré lucha para mantener intacta la ilusión de la independencia.

En octubre se escribió el capitulo más triste del 2014, falleció mi tío Armando Campos. Lo considero como mi "padre" en el periodismo. Me dio la oportunidad de escribir por primera vez en un diario y me instruyó de una manera particular que no se aprende en las aulas de la universidad. Gracias por todo tío. No tengo que disculparte nada. Fuiste justo y no hay ningún tipo de resentimiento.

El año se acaba y ahora empieza un nuevo proyecto. Dejé de trabajar de noche para pasar al día. Siento que estuve de descanso por seis años y vuelvo a vivir. Esto recién comienza.