lunes, 27 de febrero de 2012

Ese pobre hombre de marrón

Cualquier trabajo digno es símbolo de respeto y yo no tengo por qué cuestionarlo. Sin embargo, la labor del "Guachimán" es una función que se gana muchos anticuerpos gratuitos debido a la falta de criterio al momento de vigilar los ingresos de los edificios o centros de trabajo. Aquí va mi caso.

Llevo casi cuatro años perdiéndome reuniones familiares como cumpleaños de mis padres, hermano, primos, etc. debido a mi trabajo de noche. Ni qué decir de la Navidad y Año Nuevo. No cuenten conmigo. No obstante, este 26 de febrero del 2012 decidí saludar a mi papá por su cumpleaños. Promediaba las 8:00 pm. y, cuando mi progenitor volvía de trabajar, me encontró en la casa junto con mi padrino de confirmación  a quien vemos una a dos veces al año.

Como era reunión familiar me tomé dos vasos de cerveza y enrumbé al trabajo sin darme cuenta del evidente aliento a licor que llevaba. Al llegar al Edificio Italia en el Centro de Lima me aguardaba una ingrata sorpresa.

Un vigilante relativamente nuevo, -con el que ya había tenido un leve altercado hace unas semanas- se encontraba desparramado en su silla. Toqué la puerta y al abrir enseñé mi credencial para ingresar. Ni bien abrí la boca para saludar, el pobre individuo por poco y me saca a empujones al notar que tenía aliento a licor.

Intenté hacerle entrar en razón diciéndole que no estaba borracho ni iba a causar escándalo en mi centro de trabajo. Incluso respondí que bajo mi responsabilidad entraba a trabajar en ese estado. "No señor, Arte Express tiene como reglamento que nadie puede entrar con aliento a licor", dijo.

Llamé de inmediato a mi jefa y le expliqué lo ocurrido. Ella intentó convencerlo y nada. Volví a insistir al hombre de la puerta pero su rostro era de un rotundo NO. "Vuelvo en dos horas", anuncié con la esperanza de algún 'milagro' pero nada. Volví a casa con la rabia entre los dientes y con el deber de decir a mis padres lo sucedido. De paso me reincoporé a la fiesta. Total, ya ningún vigilante me iba a cuestionar.

Es cierto que esas personas hacen su trabajo y tienen normas que seguir, pero me pregunto. ¿A caso las personas somos robots y no tenemos familia?, ¿ese "Guachimán" nunca se tomó un vaso de cerveza y fue a su trabajo apresurado sin darse cuenta que tenía el aliento a licor?. Por último, acudo a su criterio y me digo. ¿Qué le costó decirme que no lo vuelva  a hacer y dejarme entrar?. No iba a armar escándalo, ni tampoco romper el mobiliario del trabajo. Fueron solo dos vasos de cerveza y suficiente para darme cuenta que existen personas con escaso juicio y solo se rigen a fríos reglamentos que no saben de sentimientos ni del trabajo intachable que realizo por las noches hace casi cuatro años.

Ojalá consiga una mejor labor o se jubile próximamente. Estoy seguro que nadie le otorgará un reconocimento como el vigilante del mes. Solo se llenará de antipatías por su forma estúpida de hacer una labor, donde se deben ubicar personas con criterio y no mofletudos personajes que se sienten los dueños del mundo por decidir quiénes ingresan a los lugares que custodian. ¡Ni que San Pedro les hubiese entregado las llaves del cielo!.