viernes, 12 de marzo de 2010

¡Tocados por Dios!

Por: Víctor Hugo Laredo

Miguel Ángel Castillo Córdova vivió en carne viva lo que en la actualidad padece el delantero paraguayo Salvador Cabañas, quien a inicios del presente año recibió un balazo en la cabeza y se encuentra en franca recuperación.

Casado, padre de dos hijos y con una bala alojada a la altura del maxilar superior, Miguel Castillo atravesó una de sus peores experiencias el 12 de diciembre de 1998. En aquella oportunidad enfrentó a la muerte y salió ileso como un verdadero guerrero. 

¿En qué se parece tu historia a la del futbolista paraguayo Salvador Cabañas?

Bueno, estaba en una combi, tipo couster, sentado en el asiento que está al costado del chofer. Esto ocurrió el 12 de diciembre de 1998 a las 3:45 de la tarde. Estaba muy ensimismado porque tenía que visitar a un cliente cuando el vehículo entró a un grifo para abastecerse de combustible. En eso aprecié a un robusto moreno con una metralleta en la mano. Entraron en escena seis encapuchados que se dirigían al banco Nuevo Mundo, ya desparecido. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue que estaban filmando una película. Pero no veía las cámaras.

No me daba cuenta que era un asalto. El chofer estaba pálido y tendido en el asiento. El cobrador, quien había bajado para hacer que la manguera alimente el tanque con el combustible, subió y cerró la puerta. La gente atrás no hablaba. Todos estaban aterrados. Finalmente también me lancé al piso. Fue ahí donde recibí el balazo. Ingresó por la parte de arriba de la cabeza y se alojó en el maxilar superior. No me podía mover, ni tampoco me daba cuenta de lo que sucedía. Un paramédico me cortó el pantalón pensando que la herida estaba en algún lado de las extremidades. Luego se dieron cuenta que la bala estaba en la cabeza.

¿Qué ocurrió después?, imagino que alguna ambulancia llegó para llevarte al hospital...
En una primera instancia me llevaron a una posta cercana. De ahí me subieron a la torva de una camioneta rumbo a emergencias del Hospital Rebagliati. A las ocho de la noche ingresé al quirófano, luego desperté en cuidados intensivos. Hasta ahí no sabía lo cerca que estuve de morir. Los médicos me dijeron que dos veces «me fui» y me reanimaron. En mis horas de inconciencia dicen que hice un rosario con unas bolitas. La Virgen me ayudó a salir de este trance.

¿Cuánto tiempo estuviste en el hospital?
Una semana, mi recuperación fue asombrosa. Me dijeron que la bala no tocó nada vital y que por un pelo me salvé de perder el habla y otras secuelas. No siento nada, hago mi vida normal. Una cosa más, la bala que tengo procede de un AKM, posiblemente de la misma policía. El caso quedó cerrado pero yo abrí una posibilidad de vida con la ayuda de mi fe en Dios.

¿Qué le dirías a Salvador Cabañas, quien atraviesa lo mismo que te ocurrió?
Si se ha recuperado y puede hablar, mover sus extremidades, me atrevo a decir que quedará bien. Se lo digo por experiencia, yo llevo una vida normal al lado de mi esposa Liliana Cabello Lui al lado de nuestros dos hijos. Los milagros existen, lo puedo jurar.

JUGADOR DE RUGBY
Castillo, de 38 años, es también deportista. Juega béisbol y rugby. Luego del día en que casi pierde la vida, se propuso jugar un peligroso juego de contacto. El médico le diseñó un casco para que se proteja la cabeza y fue así que este hombre de un metro ochenta le hizo un amague a la muerte y se quedó entre nosotros para contar su experiencia. Actualmente sus ocupaciones no le permiten seguir jugando, pero queda su ejemplo, de aferrarse a la vida. Vivir con un balazo en la cabeza.